Lola Portero Pedraza

2011
2015
Desde que tengo uso de razón, siempre me han encantado los idiomas. Por eso, cuando decidí matricularme en el Grado de Estudios Ingleses, no dude en elegir la Universidad de Granada. Siglos de tradición en el estudio de las lenguas avalan a la institución, aunque no negaré que los encantos de la ciudad morisca tuvieron su peso en la decisión.
De mi paso por la UGR me quedo con dos cosas; las estancias internacionales a las que la universidad me abrió las puertas y el profesorado.
La primera experiencia internacional fue una beca del Ministerio para realizar un curso de inmersión lingüística en Toronto. A mis 19 años, conocí una ciudad moderna, cuyo estilo de vida difería de todo lo que había visto hasta entonces.
Luego vino la beca Erasmus, en la Universidad de Kent, que para mí fue decisiva. Y no la erasmus de la mala fama, la de las fiestas y el alcohol, sino una eramus que te permite conocer a personas de Francia, Japón, Italia e Irán. La que te lleva a conversaciones sobre tradición, política y religión que te hacen cuestionar tu propio sistema de valores…esa Erasmus que abre nuevos horizontes y sobre la que no se habla tanto. Y es que si algo bueno tiene la universidad de Granada, es que está más comprometida que ninguna con este programa, permitiendo que miles de estudiantes cada año accedan a esta oportunidad.
Gracias a mi experiencia en Kent conseguí mi primer trabajo; becaria en la oficina de relaciones internacionales de la Facultad de Filosofía y Letras. Ayudando a los estudiantes Erasmus que venían a Granada pude reafirmarme en mi deseo de encontrar un trabajo con una proyección social e internacional.
El próximo curso tendré la suerte de hacer un lectorado en Occidental College, Los Ángeles, California. Poder enseñar, estudiar y vivir en el campus es para mí un sueño que espero me lleve a ser mejor profesional, como aquellos profesores del Departamento en los que encontré un modelo a seguir. Docentes no solo apasionados por el estudio académico de sus materias, sino también cercanos y comprometidos con los estudiantes.
Sin duda, hoy no sería la misma persona si no fuera por las vivencias internacionales que la universidad me brindó y por los todos profesores que creen en la educación como herramienta para cambiar el mundo y en algún momento creyeron en mí.